Cuando la infidelidad se descubre: lo que nunca deberías decir

En más de 8 años escuchando a parejas hablar de sus crisis, he visto de todo. Y si hay algo que se repite es esto: cuando aparece una infidelidad, el suelo tiembla. Es un terremoto emocional que deja grietas en la confianza, sacude la autoestima y llena la casa de preguntas difíciles.

Pero también he visto algo más: muchas parejas deciden quedarse, no desde la resignación, sino desde el deseo de construir algo nuevo. Y aunque es un camino duro, algunas lo logran: levantan una relación distinta, a veces incluso más sólida que la anterior.

Eso sí, hay frases que en medio de este terremoto solo hacen que las paredes se derrumben más rápido. Son esas palabras que parecen pequeñas, pero hieren como cuchillos. Te cuento algunas:

1. “Lo que pasó…”
Decirlo así es como lavarse las manos. La infidelidad no “pasa”, no es un tropiezo en la vereda. Es una decisión. Si de verdad quieres pedir perdón, hay que hacerlo desde la responsabilidad: “lo que hice”, no “lo que pasó”.

2. “Es que estaba muy estresado en la pega…”
Echarle la culpa al trabajo o al estrés es como decir: “no puedo prometer que no vuelva a ocurrir, porque basta con que me estrese otra vez”. En lugar de reparar, siembra más dudas.

3. “Si hubieras querido más sexo…”
Este es un clásico, y también uno de los más dañinos. Culpar a la pareja por no tener suficiente deseo, por subir de peso, por no cumplir ciertas expectativas, es como poner un reloj de arena sobre la fidelidad: “te quiero, pero solo mientras cumplas mis condiciones”. Eso no construye confianza, la dinamita.

4. “Eso no es infidelidad.”
Aquí entramos en terreno pantanoso. Para algunos, mirar pornografía o chatear anónimamente no lo es. Para otros, sí. ¿Y si el chat no es anónimo, sino con una ex? Cada pareja tiene sus propios límites, y si no se hablan antes, la discusión estalla después. Lo importante no es quién “tiene razón”, sino validar cómo lo vive el otro.

5. “No fue nada.”
Intentar minimizar lo ocurrido con un “no tuvo importancia” puede sonar tranquilizador, pero muchas veces se escucha como una bofetada. Porque para el otro sí fue algo. Y si duele, entonces fue importante.


En un contexto de infidelidad, cada palabra importa. Y aunque nada garantiza que la relación sobreviva, algo sí está claro: evadir, culpar o minimizar nunca ayuda. El camino, si se elige caminarlo, empieza por reconocer lo que hice, mirar de frente el dolor que causé y decidir si vale la pena construir algo nuevo sobre esos escombros.

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